sábado, 29 de marzo de 2008

INDY HA VUELTO

Aqui podeis ver los videos y trailers de la nueva pelicula de Indiana Jones. A disfrutar!!!


martes, 25 de marzo de 2008

AYÚDEME, DOCTOR (Relato breve)

Hola. Tengo un amigo que está enfermo. Mi amigo antes era normal y sabía muy bien lo que tenía que hacer. Solía llevar una bolsa negra llena de canicas en el bolsillo. Le gustaba caminar haciéndolas sonar y cuando se sentaba en algún sitio, sacaba la bolsita de canicas y las contaba una y otra vez. Independientemente de que las contase un lunes, un martes o un miércoles; independientemente de que las contase de día o de noche, siempre había el mismo número de canicas. Todas eran esféricas pero algunas variaban en tamaño o en color. Eso es lo que más le divertía a mi amigo: La variedad dentro de la propia condición de canica. Cuando se iba a dormir, dejaba la bolsa de canicas en el salón. Dormía a gusto y relajado porque sabía perfectamente que, al día siguiente, la bolsita de canicas iba a estar en el mismo lugar donde la había dejado con todas las canicas dentro sin faltar ni una. Era capaz de predecir eso porque, durante toda su vida, había observado el comportamiento de las canicas y nada le hacía sospechar lo contrario. El vecino de mi amigo coleccionaba sellos y al parecer tampoco tenía noticia de que ningún sello se hubiese fugado alguna vez de su casa. Por lo tanto, el vecino de mi amigo dormía también a pierna suelta. Daba gusto encontrarse con ellos por la calle, haciendo, mi amigo, sonar sus canicas y viendo pasear al vecino con el libro de sellos bajo el brazo.
Eso era antes. Ahora ya no. Ahora mi amigo ya no reconoce a sus padres. El otro día vinieron a visitarle y él les trató como si fueran vendedores de enciclopedias. Su madre llamó llorando por la noche pidiendo explicaciones. Mi amigo tampoco reconoció su voz a través del aparato. Colgó el teléfono, se rascó el brazo y se quedó fijamente mirando las uñas con las que se había rascado. Le pareció ver unos cristales microscópicos que reflejaban su propio rostro. Uno de esos cristales absorbió a otro que tenía al lado y que parecía de menor tamaño. El rostro de ese cristal sonrió plácidamente. Mi amigo no salía de su asombro.
A mi amigo también le gusta mucho ir al fútbol. Siempre compra la entrada con antelación. El problema es que no son numeradas. Nunca sabe dónde va a sentarse la tarde del partido. Para llegar al estadio hay que recorrer una gran avenida que está en pendiente descendente. Desde el inicio de esa gran avenida se divisa el estadio con ríos de gente que se apelotona hasta llegar a él. Mi amigo resopla sonoramente y se mezcla con la masa ondulante. Bajan todos al unísono como si de una procesión se tratase. Al llegar a las taquillas es cuando mi amigo se muestra más desconcertado. Tiene que entregar su ticket y pasar a través de esa estrecha ranura que llaman “tornos”. Pasan de uno en uno. Una vez dentro del estadio, la gente se coloca aleatoriamente ocupando primero los mejores lugares cerca del césped y a la sombra. Desde el segundo anfiteatro se puede ver cómo la gente se va colocando y cómo ondula de nuevo hasta que el árbitro pita el final del partido. Que mi amigo tenga una buena posición en la fila, no le garantiza que vaya a obtener un buen asiento dentro del campo. Esto le desconcierta tanto que el domingo pasado decidió no ir nunca más al fútbol. No comprende porqué su posición en la fila no se corresponde con su posición en la grada.
El otro día mi amigo bajó a comprar el pan. Ahora va a una panadería que tiene horno propio. Allí el pan está más rico pero suele tener problemas con el servicio. Pidió una barra de pan que estuviese bien cocida.

- Bueno, eso va a ser difícil de saber. – respondió la panadera.
- ¿Cómo es posible que usted haga el pan y nunca sepa cuáles de sus barras están más hechas? – replicó mi amigo.
- No me entiende. Quizás tenga usted su barra de pan bien cocida o quizás no. Eso dependerá de si abrimos el horno. – dijo ella mirando a mi amigo con una gran sonrisa.
- Bueno, pues ábralo.
- El problema de abrir el horno es que no sabemos si estará la barra de pan que usted quiere. Si lo abro, debe quedarse con la barra de pan que le toque. Pero si no lo abro, puede quedarse con las dos barras de pan: la que está muy cocida y la que no lo está tanto.

Él ya no aguanta esta presión y regresa a casa la mayor parte de los días sin pan bajo el brazo.
Mi amigo tiene encendida la tele las 24 horas del día. Dice que no la puede apagar. Que cuando lo ha intentado, ha recibido quejas de los vecinos diciendo que sus aparatos eléctricos también han dejado de funcionar. Él no puede imaginarse que tendrá que ver su tele con el resto de los electrodomésticos del edificio. La verdad es que cuando ha la apagado y se ha asomado al balcón, ha visto que todas las farolas y semáforos han dejado de funcionar y que algunos coches se han estrellado debido ello. Después de encender de nuevo la tele, ha tenido que aguantar el rapapolvo de los presentadores del telediario que se han dirigido a él para exigirle que no vuelva a apagar el dichoso aparato. Mi amigo no entiende nada. Se ha dado cuenta de que cuando apaga el televisor, medio mundo deja de funcionar. Lo único que puede hacer es bajar el volumen cuando no quiere ver tele o cerrar la puerta del salón. Nada más.
Después de cenar, mi amigo siempre se echa en la cama boca arriba mirando al techo hasta que le entra el sueño. Pero últimamente es incapaz de dormir. Mantiene la mirada fija en un punto del techo. Está pintado de blanco y con gotelet. De pronto, su vista se acelera atravesando el espacio y es capaz de enfocar cosas muy pequeñas. Pone un pie imaginario en una de esas cosas pequeñas, se agacha para verla mejor y vuelve a enfocar la mirada hacia el infinito microscópico y a divisar nuevas cosas aún más pequeñas. Así pasa las noches: sin dormir; atravesando espacios infinitos que se repiten y que no tienen sentido alguno. Mi amigo también ha intentado cerrar los ojos para no seguir viendo el techo de gotelet y sus imágenes. Pero en cuanto los cierra, su vista se acelera hacia el infinito y parece viajar entre las estrellas, repitiendo los mismos pasos escalares pero con dimensiones macroscópicas. Viaja de planeta en planeta, de galaxia en galaxia y llega a lugares donde ningún humano ha llegado. Si se da la vuelta en la cama y se pone bocabajo, tampoco sirve de nada. El viaje comienza de nuevo pero esta vez a través del olfato. Empieza a desmenuzar los olores que tienen las sábanas y cada vez es más sutil en su descomposición, alcanzando con la nariz un resumen histórico de todas las personas que han usado alguna vez esas sábanas o incluso el olor de las manos de quienes las fabricaron o de quienes recolectaron el algodón antes de que hiciesen la tela. Él cree que todo esto es culpa de un pan de almendras que ha comido y que piensa que está envenenado. No lo sé. Yo he estado en su casa y nunca he visto ese famoso pan de almendras. Quizás se refiera a otra cosa.
Mi amigo también me cuenta que ya no usa gasolina para su coche. Dice que ahora hay una gran oruga de color verde oscuro que se ha instalado debajo del capó. Cuando sube al coche, la oruga parece leer los pensamientos de mi amigo y siempre le lleva al lugar deseado. Él simplemente se dedica a sentarse en el asiento del copiloto. Nada más. Parece que la oruga tiene algún tipo de instinto natural que le hace comportarse de esa manera. También me cuenta que esto de la oruga es mucho más ecológico que lo de la gasolina. De lo único que se alimenta es de lo que se encuentra tirado por la calle. Yo no sé qué pensar.
Otro de los cambios que ha detectado tiene que ver con los picores. Lo normal es que cuando te pica un brazo, te lo arrascas. ¿Verdad? Y si no te pica ese brazo, no hay motivos para rascárselo. Pues bien, el otro día estaba mi amigo sentado en un vagón del metro y ocurrió una cosa bastante curiosa. A un hombre empezó a picarle visiblemente la nariz. Ni corto ni perezoso, mi amigo se rascó la suya. Desde aquel instante, cada vez que a alguien le pica una parte de su cuerpo, mi amigo lo detecta y se rasca con placentera dedicación. Y lo gracioso es que el otro se alivia. La curiosidad de mi amigo le ha llevado a hacer un experimento. Se ha colocado frente al espejo de su cuarto de baño y ha esperado pacientemente hasta que algún picor le ha venido. En cuanto ese hormigueo se hacía notar, se miraba fijamente al espejo y aguardaba a que su imagen reflejada se rascase la parte del cuerpo que a él le picaba. Dicho y hecho. Si le picaba una oreja, su reflejo se rascaba y él quedaba del todo aliviado. Ahora mi amigo se rasca porque no le pica.
Más o menos esto es todo lo que quería contarle. Le pido su ayuda. Ayúdeme, doctor porque ya no sé lo que hacer con mi amigo. Y la verdad es que él tampoco sabe lo que hacer consigo mismo. Ya no sabe si seguir contando sus canicas. Ahora las canicas se mueven, cambian de forma y desaparecen. Algunas salen de paseo y regresan después de algún tiempo. Otras se funden entre sí formando una gran canica. Ahora se siente observado por sus propias canicas hasta tal punto que ya no sabe quién observa a quién. Es más, ya no está seguro de que él sea él y no una canica. El otro día las canicas no le dejaron salir de casa argumentando que la canica era él y que ellas eran mi amigo. Se le pusieron los pelos de punta. Mi amigo ahora se pregunta qué pasaría si incrustase una de sus canicas en el techo de la habitación. Quizás encontraría dentro de ella tanto a los objetos pequeños como a las grandes galaxias e incluso a los olores. Ha pensado en entregar sus canicas a la oruga verde para ver adónde las lleva. Quizás así pueda saber algo más de su procedencia.
Después de lo que le pasó en el estadio, ya no sabe cómo comportarse en público si nadie se lo dice. Si se encuentra con un policía que le pide que se comporte como individuo, lo hace. Y si luego se encuentra con otro que le pida que se comporte como masa, también lo hace. El problema viene cuando no se tropieza con ningún policía. Se bloquea por completo y se arruga en el suelo incapaz de dar un paso. Ya no sabe caminar solo por la calle. Necesita encontrarse con policías que le indiquen cómo se debe comportar.
Cuando voy a pasear con él al parque se queda absorto mirando la vegetación. Después de un rato se gira y con lágrimas en los ojos me confiesa que ya no sabe si mirar al árbol o a las hojas. Me dice también que cuando le pica un brazo ya no está seguro de que le esté picando a él o de que ni siquiera ese sea su brazo. Tras esto, mi amigo se sentó en un banco y pronunció las siguientes palabras:

- Ya no tiene sentido abrir el horno para sacar el pan. Prefiero imaginarme un pan tostado y jugoso dentro de mi boca antes que abrir el horno y que la panadera me entregue un pan blanco sin cocer y me lo tenga que llevar a casa. Prefiero cargar con dos barras de pan virtuales que con la posibilidad de que salga el pan que yo no quiero. También me pregunto si las canicas serían capaces de sacar el pan correcto sin abrir el horno. Ojalá viniese la policía conmigo a la panadería y le dijesen a la panadera cómo se tiene que comportar. Mi sobrino pequeño me ha explicado que dos más dos no son cuatro; que todo depende del día que hayan tenido esos tres números. Mi padre una vez me explicó que dos galgos juntos cazan muchos más conejos de los que cazarían por separado. Pero ahora no soy capaz de recordar quién es mi padre. Quizás sea algún personaje que haya visto por televisión. La tengo 24 horas al día encendida. Sinceramente, ya no entiendo nada.

domingo, 16 de marzo de 2008

SOL-EDAD (Solo poema)

Sol, edad ha llegado
Y no se va.
¿Tú fuiste alguna vez con ella?
Dime que no es verdad.

Sol, edad ha vuelto
Y se quiere quedar.
Me dejas desolado
Y en soledad.

CANSADOS (Poema final)

De ser ojo.
De ser párpado que cierra.
De vivir en la tierra.
De despojos.

De ser boca.
De ser punto que sutura.
De ser una laguna.
De ver locas.

De ser oreja.
De escuchar al compañero
Que quiere morir primero,
Y no se deja.

De ser tacto.
De tanto tocar el llanto.
De auxiliar a los exhaustos.
Del acto.

De ser gusto.
De lamer lo equivocado.
De sufrir lo no acordado.
Del susto.

sábado, 15 de marzo de 2008

TENGA UNA (Poema de voz)

Tenga una, buen hombre,
Que no muerde.
Tenga una, cobarde,
Que no arde.
Téngala en la mano un segundo,
Y si luego, iracundo,
No le parece la mejor,
Se la cambio por otra
Porque a mí no me importa,
Le regalo esa voz.

Tenga otra, viandante,
Que no cante.
Tenga esta, funesta,
A la cesta.
Guárdesela a escondidas,
Por si la pilla su prima,
Y le da algún dolor,
Se la cambio por otra,
Porque a mí esto me honra,
Le regalo una voz.

SOY O NO (Poema yodado)

Soy o no cartel quemado,
Soy o no.
Soy un cero equivocado,
Sólo yo.
Son las luces del tejado,
Son miasmas furtivas,
Son las mismas hijas mías,
¿O sólo soy yo?

Soy o fui aroma nuevo,
Ya sin Sol.
Soy o fui ariete seco,
Sin pudor.
Soy querido por los padres,
Sin temor a equivocarme,
A mostrar todas mis carnes,
¿O sólo fui yo?

VIVA LA VIVA (Poema improvisado)

¡Viva la viva! que no está muerta.
Viva la viva.
Viva la vida que nos despierta;
Vida de diva.

Vida con ganas de ser resuelta,
Vida querida.
Vida con aires de ser grandeza,
Viscosa vida.

EL VIEJO SINCERA (Poema inevitable)

Normal, pléjico, sudado
Va ciento a cabalgar
Va de cielo, ¿de qué va?
Mírame una vez más.

Espero que espere sin ti
Ahora, mil a cabalgar
El viejo sincera
Y su muerte, aún más.

¿Y qué más, cielo estrellado?
Espero que sin soledad
Mil caballos, no me engañas,
No cabalgan sobre el mar.

Y quemas aun apagado
He pagado por demás
De ira, el viento y de costado
Me ha costado más remar.

EUNUCO ENAMORADO (Pequeño poema de amor)

Despojomése, te cuento:
Ya no me pesan
Ya no me
Clavé el clavel
Y menos a ti
Y te extrañas: Me fui.

Despojo amado
Sin ser
Ahora sin sed te bebí
Ya no me comes,
¿por qué?
Ahora me pesan sin ti.

jueves, 13 de marzo de 2008

Galos venidos de lejanas tierras para abrumarnos con vuestro odio

Ayer leía en el blog de una amiga (http://cronicasbarbituricas.blogspot.com/) cómo durante la campaña electoral de las pasadas elecciones del 9 de marzo, Mariano Rajoy intentaba achuchar a los electores con el miedo de que viene el inmigrante-invasor y de que el inmigrante te lo va a quitar todo (el pan, los hospitales, el trabajo, la cartera, el pupitre en el colegio...). Esto me dio qué pensar. Madrid, que siempre se ha caracterizado por ser una ciudad de provincias de tamaño europeamente mediano, ha cambiado mucho en los últimos 10 años y muchísimo (como todo el país) en los últimos 25 años. Ahora Madrid es una verdadera metrópoli. Y las verdaderas metrópolis se caracterizan por la multiculturalidad (deseada o no) que atraen los centros financieros, culturales y humanos en este mundo tan permeable y comunicado que hemos creado.
Obviamente, hay diversas maneras de afrontar este panorama. Cuando yo era pequeñito, encontrar a un negro andando por la calle era más difícil que encontrarse un billete de 500 pesetas. Paseando por la capital, si aparecía alguien proveniente del África negra (siempre era alguien relacionado con la embajada de su país), los niños corrían despavoridos para contar a sus padres que habían visto a "un negro" paseando por la calle. Tal era nuestro nivel de provincianismo. Hoy día, encontrar a gente de otras razas o culturas caminando por Madrid, casi es inevitable.
Podríamos decir que, estas gentes (Galos venidos de lejanas tierras para abrumarnos con su odio, como dijo Cleopatra al encontrarse de frente con Asterix y Obelix en su palacio) han venido sólo a empujarse entre ellos por un asiento en el metro y a parir niños. Podríamos decir que sus ojos llenos de avaricia sólo ven lo que los demás tienen y sólo desean ser nuevos ricos para imitarnos en nuestras miserias y estupideces "capitalistas-occidentales". Podríamos decir que los españoles somos para ellos "carteras con patas"; oportunidades para que ellos puedan sacar alguna pecunia de provecho a nuestra costa. Podríamos decir que si tuviesen voto, votarían siempre a las opciones conservadoras porque nunca han tenido tanto como tienen ahora y desean conservarlo (esto ya sucede en los EEUU). Y esto choca con las políticas de izquierdas que luchan por lograrles el derecho a voto para luego perderlo ante la demagogia y populismo de los que prometen asegurar la conservación de aquello que ya tienen.
Pero también podríamos decir que estos inmigrantes no existen. Que su variedad, su complejidad, su educación y cultura antropológica no es homogénea. Los inmigrantes andinos que llegan hasta aquí poco tienen que ver con los argentinos, venezolanos o brasileños. Los marroquíes comparten la religión y poco más con los senegaleses, mauritanos o angoleños. Los polacos, rumanos y búlgaros también se mantienen alejados en muchos aspectos aunque sus prismas europeos nos recuerden a nosotros hace 30 años. Unos tienen "derecho" a entrar y otros no. Otros tienen que entrar con el pecado original ya dado. Con la cabeza gacha. Pidiendo perdón y permiso por todo. Estando de prestados en este país que acoge. Alejados de sus verdaderos deseos. Alejados de sus verdaderas identidades.
Seguramente, las dos apreciaciones sean ciertas y falsas al mismo tiempo. Aquellos que tanto odian al inmigrante, le tienen trabajando en su chalet de Aravaca, sin contrato, sin papeles y por 3 euros a la hora. El inmigrante-delincuente que atemoriza a nuestros hijos por las noches y se los quiere comer crudos tampoco se corresponde con el perfil medio de los que llegan a España (y más teniendo en cuenta que este es un país de ladrones presumidos y amantes de la economía sumergida). El idílico inmigrante que llega a luchar por una oportunidad en la vida, abraza a los pajarillos a su paso y es un ejemplo de humildad cristiana, también patina por todos lados. Un común denominador del inmigrante es que busca el bien para sí y para los suyos; que le importa (casi) un bledo el país al que va. Pero, ¿acaso nosotros no nos comportamos igual en nuestra vida diaria? ¿Acaso pagaríamos impuestos de manera voluntaria para contribuir a la gloria de esto que llamamos España? Claro que a nosotros nos importa nuestro país un poco más pero ni por asomo es comparable con lo que nos importamos a nosotros mismos. Incluso el vecino es un enemigo a batir.
Concluyo que no hay grandes diferencias estructurales entre realidades y deseos del español-víctima y el inmigrante-verdugo. Todos persiguen fines similares y guardan estrategias muy parecidas. Todos nacen a imagen y semejanza del sistema económico y social que se ha apoderado cada vez más de la especie humana. Todos "sufrimos" el sitio en el que estamos. Yo no soy rico ni tengo la vida fácil por el solo hecho de ser español (es más, por ser licenciado, de letras y votar a IU soy mucho menos que el común de los españoles). Las mismas armas que les matan en sus países de origen son las que ellos van a utilizar para matar aquí, si se diese el caso. Y los pocos que sean capaces de ver otra realidad, de aprender de los demás, de mezclarse, de aprovechar lo que traen los nuevos vientos, que lo hagan. Que se sientan afortunados de poder ver por encima de las cabezas de los demás. Ahora os toca hablar a vosotros.

miércoles, 12 de marzo de 2008

Fotos de las exposiciones








Aquí dejo algunas de las fotos que hay en la actual exposición en Madrid y Granada. Podéis visitar la exposción en las instalaciones de la ECH (Escuela Contemporánea de Humanidades) calle Eraso, 20 (Madrid) y en el Cortijo Chavarino, en el pueblo de Las Vegas del Genil (Granada). Próximamente estará en la fundación Nautilus, en Santa Fé (Granada).








La primera vida en el valle


La vida en el valle se presenta tranquila. Lejos de aparatos que sean capaces de medir cualquier cosa. Aquí el tiempo pasa sólo porque tú lo decides. El liviano chisporroteo del agua no se preocupa en hacerse notar. Los colores te hacen recordar que aún estás vivo. Apenas recuerdas retazos de tu vida anterior. Ya nada tiene derecho a invadirnos. Ahora que respiras y dejas entrar aire cargado de novedades. Ahora que los otros no te observan. Ahora estás preparado para empezar. Empecemos, pues.