El capataz grita que alguien murió en la obra.
Ordena a unos camareros que levanten el cuerpo;
que lo aparten a la cuneta, para que puedan seguir laborando.
Los campesinos tienen prisa para sacar la jornada.
De vuelta a casa, cada cual en su lata.
Compartir cervezas y sonrisas
para olvidar el día, día a día.
Para evitar la mirada.
Ya ni ser camarero se paga.
Ni siquiera ser esclavos ni traidores:
A uno mismo, a la salud, a la familia, a la patria.
Ni campesino, con el agro muerto.Ni verdugo de las palabras.
El silencio, cuando mueras en la obra, se mudará a la casa.
Con tu familia, con su salud y sin patria.
Porque ya ni llorar se puede,
ni preguntar dónde fue España.
lunes, 2 de diciembre de 2013
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