Ahora que nadie me lee,
reconozco que no soy nada.
Endeble como el verano del norte;
callado como un río sin agua.
Ahora que ya no sorprendo,
exhalo por fin la bocanada
de treguas, desdichas y males,
de calles perdidas en la mirada.
Ahora que estoy borracho
puedo con más; muero de ansias.
Loco de veras por perecer;
por conseguir otra medalla.
Ahora que sopla el viento,
el fuego mojado se apaga.
miércoles, 8 de julio de 2015
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