Qué excitante la fruta sinuosa.
Se pierde en el paladar siempre nueva.
Qué diferente su torso; su boca,
que se rompe a cada beso y no llega.
Qué novedades en ojos tardíos.
Qué amalgama de dulzura y talento.
Entre olas, sirenas mancas, navíos.
Qué lujuria naufragar en lo cierto.
Tan disonante el verso perdido.
Inútil como yo entre tus brazos.
Recojo tu espalda; abrazo mi olvido.
Miro hacia el sol, ciego, en pedazos.
domingo, 18 de diciembre de 2016
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