Me mata en desaliento,
ver el hueco que respira
tras el fuego, lo seco;
tras un momento de ira.
Abrevar pues la poción
tras la forma, liquida.
Mortal al sediento tuerce
la voluntad de saliva.
No respira ni mira.
Lo que queda es nada
si en nada tu nada se anida.
No es la rosa ni la espina.
No es el caballo blanco
troceado, pequeño, sin rima.
miércoles, 18 de febrero de 2015
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