¿Acaso no son palabras
que leen el tiempo,
disfrazadas de certeza?
Quitan la ropa al harapiento.
Cogen lo que sobra;
se desnudan, se besan.
Ahora siento que, dormido,
quedé entre estos brazos
de aliento, por un momento.
Flagelos ablados que giran
en torno a tu cabeza. Que piensan.
Que intentan hablar pero pesan.
sábado, 21 de marzo de 2015
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