En un invierno de gente
deambula la concordia.
Surgen abrazos hirientes.
Nadan las personas solas.
Parados a esperar, pues
en ese tiempo me pierdo
mirando a todos los demás,
al cielo y a sus sueños.
Estando de pie, todos prietos.
Aguardando la señal que deja
abierta la puerta a nuevas rejas
para entrever rencor, pudor y odio.
Parados cuando sólo queda esperar.
Si nadie viene esta vez, marcharé solo.
martes, 24 de marzo de 2015
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