Comprendo en la realidad
que soy lo que hago.
Ni lo que como, ni lo que pienso,
ni lo que me viene dado.
Acepto al depredador
mejor que al depredado.
Entiendo en su jugoso jugo
que mi destino está a su lado.
Ser parte del dolor, del descabello.
Mirarse en un espejo deformado
aunque apeste, hieda, asfixie,
porque estás acostumbrado.
Morir o matar y, en todo caso,
morir matando en un engaño
de ideas, de bondad, de amor;
costumbres necias de soldado.
Vomitar la realidad que tragaste
porque, en realidad, todo es pecado.
miércoles, 25 de marzo de 2015
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