Mi Dios es un tornado que ciega.
Es caos privado que apesta.
Es un charco sucio y
una persona sedienta.
Es polvo, ruina y telaraña.
Aburrimiento y olvido; muerte.
Mi Dios es un martirio perenne.
Abandonado, ciego, presente.
No quedan santos, tampoco
personas. No quedan manos,
caminos ni horas. No son los
años, son las bromas. La
pesada carga. Morir a solas.
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