Coger impulso y saltar.
Verme reflejado en las olas.
Saludar a la marea
mientras me hundo en el mar.
La delgada línea azul,
donde termina el precipicio
y comienza el abismo.
Donde me esperas tú
con un saco de piedras puesto
y con él, la conciencia de
haberte perdido en la espuma,
mientras las sirenas me besan.
En el fondo espera un cofre.
Uno de hierro y vergüenza.
Con una sola llave en el mundo
y olvidada ésta en la azotea.
martes, 23 de diciembre de 2014
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